La crisis socioeconómica y sanitaria nos ha dejado varias lecciones que se deben capitalizar en el sector productivo. En primer lugar, el diálogo social es el mejor camino hacia la construcción de soluciones consensuadas y no la imposición desde el poder.
Segundo, la transparencia en las actuaciones públicas y privadas es un requisito fundamental para forjar relaciones de confianza y de credibilidad entre gobernantes y gobernados y entre los actores del mundo del trabajo.
Tercero, la solidaridad con los más desfavorecidos es una condición indispensable para superar los costos económicos y sociales de la crisis, asegurando la sobrevivencia de la población y manteniendo condiciones de paz social.
Cuarto, junto al cuidado de la salud y la vida, la mayor prioridad es la defensa de las fuentes de trabajo. Y ello requiere de políticas públicas coherentes y del compromiso de empresarios y trabajadores.
Durante la presente crisis, no se ha considerado de manera efectiva múltiples propuestas de las organizaciones empresariales y sindicales. Los ejercicios oficiales de consulta no han producido los consensos esperados; sin embargo, los actores sociales nunca deben abandonar el
camino del diálogo social.
Las organizaciones de empleadores y trabajadores tienen la oportunidad de reivindicar beneficios mutuos a través de la negociación colectiva, que además de ser un derecho humano fundamental, constituye un instrumento para impulsar objetivos compartidos, incluyendo el trabajo decente, la productividad y competitividad, que son
esenciales para la recuperación económica.
Durante las últimas cinco décadas la estrategia y práctica de la negociación colectiva no ha variado significativamente y los actores concurren a la mesa con visiones contrapuestas y con la lógica de reproducir el convenio que vence. Hay poca cabida para temas de interés compartido y que pueden conducir a mejorar ingresos reales de los trabajadores y fortalecer la sostenibilidad de las empresas.
La presente Carta Socioeconómica se dedica a compartir algunas reflexiones sobre la relevancia de la negociación colectiva en los tiempos actuales. Obviamente que aprovechar al máximo la potencialidad de la negociación colectiva requiere ampliar su incidencia en los diversos sectores económicos e institucionales, incluido el sector público y un cambio de mentalidad de los actores sociales en su percepción del convenio colectivo, desde un proceso de carácter conflictivo hacia un instrumento para la búsqueda de objetivos compartidos.
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Carta Socioeconómica No. 7 | Negociación colectiva y recuperación económica
La crisis socioeconómica y sanitaria nos ha dejado varias lecciones que se deben capitalizar en el sector productivo. En primer lugar, el diálogo social es el mejor camino hacia la construcción de soluciones consensuadas y no la imposición desde el poder.
Segundo, la transparencia en las actuaciones públicas y privadas es un requisito fundamental para forjar relaciones de confianza y de credibilidad entre gobernantes y gobernados y entre los actores del mundo del trabajo.
Tercero, la solidaridad con los más desfavorecidos es una condición indispensable para superar los costos económicos y sociales de la crisis, asegurando la sobrevivencia de la población y manteniendo condiciones de paz social.
Cuarto, junto al cuidado de la salud y la vida, la mayor prioridad es la defensa de las fuentes de trabajo. Y ello requiere de políticas públicas coherentes y del compromiso de empresarios y trabajadores.
Durante la presente crisis, no se ha considerado de manera efectiva múltiples propuestas de las organizaciones empresariales y sindicales. Los ejercicios oficiales de consulta no han producido los consensos esperados; sin embargo, los actores sociales nunca deben abandonar el
camino del diálogo social.
Las organizaciones de empleadores y trabajadores tienen la oportunidad de reivindicar beneficios mutuos a través de la negociación colectiva, que además de ser un derecho humano fundamental, constituye un instrumento para impulsar objetivos compartidos, incluyendo el trabajo decente, la productividad y competitividad, que son
esenciales para la recuperación económica.
Durante las últimas cinco décadas la estrategia y práctica de la negociación colectiva no ha variado significativamente y los actores concurren a la mesa con visiones contrapuestas y con la lógica de reproducir el convenio que vence. Hay poca cabida para temas de interés compartido y que pueden conducir a mejorar ingresos reales de los trabajadores y fortalecer la sostenibilidad de las empresas.
La presente Carta Socioeconómica se dedica a compartir algunas reflexiones sobre la relevancia de la negociación colectiva en los tiempos actuales. Obviamente que aprovechar al máximo la potencialidad de la negociación colectiva requiere ampliar su incidencia en los diversos sectores económicos e institucionales, incluido el sector público y un cambio de mentalidad de los actores sociales en su percepción del convenio colectivo, desde un proceso de carácter conflictivo hacia un instrumento para la búsqueda de objetivos compartidos.
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